Hola de nuevo, aquí os dejamos un cuento cuya autora es nuestra profesora de 2º de Primaria.Ella ha comenzado el cuento pero ahora os toca a vosotros/as ponerle un final. Esperamos tenga muchas y diferentes versiones.
“OS CUENTO LO QUE OCURRIÓ”
Todo era felicidad en el lago por primavera. Mamá cisne había estado encubando durante 21 largos días sus blancos y resplandecientes huevos, y por fin, uno a uno fueron saliendo sus polluelos. ¡Qué orgulloso se sentía el papá! Miraba con arrobo y ojos llenos de amor a su esposa, satisfechos ambos del trabajo bien hecho. Después de presentar llenos de satisfacción a los nuevos miembros de la familia a cuantos animales, aves o no, desfilaban por la orilla del lago, el cisne macho salió a buscar algunos gusanos para dar el desayuno a su tropa. Tuvo que hacer varios paseos al nido, pues ya eran familia numerosa. Cinco hermosos polluelos, y una madre con un apetito voraz tras el esfuerzo.
- ¡Toma, mamá! Te lo has merecido. Además de un buen bocado, su esposo la traía una preciosa flor silvestre, color lila, que ella se puso entre las plumas de la cabeza para lucirla mejor.
- ¡Gracias, cielo! Pero será mejor que nos pongamos a trabajar. Tenemos que bañar a los niños y empezar con las clases de natación. Tienen que crecer sanos y fuertes, que enseguida llega el otoño y tenemos que volver a África.
Así, felices y contentos, fueron pasando los días. Aprendieron a nadar y a volar con soltura, y los pequeños pollitos se convirtieron en preciosos cisnes de cuello largo y bien peinado. Sus padres estaban encantados con su belleza y simpatía, que todas las demás aves de la marisma comentaban, pero, …, un día ….
- ¡Mamá, papá, venid corriendo! Pichí no puede levantarse del suelo. Estábamos haciendo una apuesta a ver quién llegaba mas lejos volando, y al ir a posarse en el álamo, ha resbalado y se ha caído.
¡Dios mío!, exclamó mamá cisne, justo ahora que se acerca el frío y tenemos que marcharnos. ¡Qué contrariedad!
Efectivamente, como sospechaban, el pequeño cisne blanco, de un blanco impecable y luminoso, lloraba tirado en el suelo sin apenas poder moverse.
- ¡Papá, mamá, me duele mucho el ala izquierda! ¡Creo que no la puedo mover!
Después de estar un buen rato probando a ponérsela derecha, los padres cisnes tuvieron que admitir que el ala de su pequeño estaba rota.
- ¡Qué haremos ahora, querido! ¡Cómo vamos a cruzar España de Norte a Sur, si Pichí no puede volar!
- No pierdas la esperanza, amor mío. Veremos si el Gran Cisne Negro, que tiene mucha experiencia, nos puede ayudar. Voy al lago a buscarle.
Pero no hubo forma. El ala se había roto por dos partes y era imposible que Pichí volara.
Hicieron pruebas de cargar con él a ratitos. De llevarle cogido entre dos de sus hermanos, pero nada, no podían con su peso. Pichí se caía y corrían el riesgo de tener un accidente grave los demás.
Tras muchas deliberaciones, llegó el momento de tomar una decisión. Tendrían que irse sin él. El frío empezaba a arreciar. La comida escaseaba, y la mayoría de las aves ya habían emigrado de las Marismas de Santoña. Sólo unas pocas iban a pasar el invierno en Cantabria, aún a riesgo de fallecer. Ya eran muy mayores y no tenían suficientes fuerzas para llegar al Continente Negro.
Pichí vio marcharse a sus queridos papás, a sus hermanos, todos llorosos y prometiéndole que la próxima primavera se verían, que le querían mucho y regresarían pronto,…
Pichí se queda solo. ¿Qué va a ser de mí? pensaba…
viernes, 16 de octubre de 2009
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